El propósito es claro: Cerrar el flujo de dinero negro a Morena, que será utilizado en las campañas a jefe de Gobierno y la presidencial, recaudado en las cinco delegaciones de la CDMX, a través de fuertes operativos, como los de Tláhuac y Cuauhtémoc, el fin de semana.
El PRD muestra debilidad con los precarios seis puntos en las encuestas a nivel nacional; en consecuencia, centra sus esfuerzos en la Ciudad de México, la posición político-electoral más importante después de la Presidencia de la república.
No obstante, Mancera insiste en mantener un grupo de generales en su gabinete incompetente y descontrolado, probado en la tragedia del 2015 al perder siete delegaciones, después del fallido intento por encerrar a Marcelo Ebrard Casaubón, instigado por los odios del director del Metro, Joel Ortega Cuevas, daño colateral del News Divine en la SSP anterior, junto al titular de la PGJDF, Rodolfo Félix Cárdenas; Mancera se replegó en sus amigos, a excepción del operador mejor ranqueado entre los funcionarios capitalinos, Héctor Serrano Cortés.
Se agota el tiempo. Con las alarmantes encuestas a jefe de Gobierno en la mano, Mancera NO puede fallar en dos decisiones: Su interino y el candidato a la CDMX.
De no asestar una serie de golpes que debiliten credibilidad e ingresos de Andrés Manuel López Obrador es imposible remontar el doble de puntaje, 34% de Morena contra 17% del PRD, en una gráfica del tiempo que ilustra la constante caída del partido de Alejandra Barrales Magdaleno y Raúl Flores.
Es evidente el auxilio federal a Mancera; detener a López Obrador es un objetivo conjunto de la Presidencia de la República y de la jefatura de Gobierno; el buen puntaje del PAN de Ricardo Anaya Cortés a nivel nacional lo convierte en el más fuerte aliado, en una posición negociadora sin precedente.