Finalmente, presionado por el mismo Donald Trump, el presidente Enrique Peña Nieto canceló su viaje del martes 31 de enero a Washington.
Un twitt del mandatario norteamericano orilló la determinación de Peña Nieto. Si no va a aceptar pagar por el muro, no tiene caso nuestro encuentro, diría más o menos Trump en su mensaje.
La respuesta la dio el mexicano poco después:
“Esta mañana, el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, dio a conocer que informó a la Casa Blanca que no asistirá a la reunión de trabajo programada para el próximo martes con el Presidente de los Estados Unidos”, indicó un comunicado de su área de prensa.
Ante esta decisión de Peña Nieto, el presidente de EU anunció que impondría un arancel del 20 por ciento a los productos exportados por México a territorio norteamericano.
Así cobraría a México los entre 10 y 15 mil millones de dólares que se supone costará el muro prometido por él.
Durante los días anteriores personajes de prácticamente todos los sectores en México insistieron en la cancelación de ese encuentro.
Prácticamente todos coincidieron en que Trump simplemente no era confiable. Que cometería una patanería, una grosería en contra del Presidente mexicano.
Todo sin embargo se desencadenó porque Trump firmó anteayer miércoles una serie de ordenamientos migratorios que incluyeron la construcción del muro fronterizo, el reforzamiento de la Border Patrol, el aumento tres veces mayor del cuerpo de agentes migratorios, el ordenamiento a las policías locales para que actúen como agentes migratorios y puedan detener y entregar para deportación a migrantes sin documentos en cualquier estado de EU, retirar subsidios federales a las llamadas “ciudades santuario” y aumentar la construcción de centros de deportación, entre otros.
Todo ello se sumó a otras decisiones de Trump, que hacían inútil el encuentro, como por ejemplo el fin del TLC.
Desde el viernes pasado al día de hoy, Trump ha emitido ordenamientos que modifican de raíz no sólo la relación de EU con México, sino con el resto del mundo.
La cancelación del acuerdo transpacífico anula el esquema de una nueva zona económica de naciones latinoamericanas y orientales ribereñas en el Pacífico.