Después de golpear en el Senado a Gerardo Fernández Noroña, Alejandro Moreno “Alito”, intentó cambiar la narrativa con una “marcha” rumbo al recinto legislativo.

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Puede ser una imagen de 4 personas y texto que dice "ONC i 구 αйπ ATENCIÓN ALITO ENCABEZA MARCHA DESANGELADA AL SENADO; CONVOCÓ MULTITUDES Y SÓLO FUE SU CLUB DE FANS"

El problema: apenas logró juntar a una decena de personas.
Lejos de verse como un acto de fuerza, el paseo de “Alito” lució desangelado y hasta caricaturesco.
El dirigente del PRI, que alguna vez presumía ser heredero de la maquinaria más grande de México, hoy apenas logra convocar a un puñado de seguidores para caminar unos metros.
El contraste es brutal: de los años en que el PRI llenaba plazas con miles de acarreados, hoy sólo un puñado de personas decidieron seguir a un dirigente cuestionado, acusado de corrupción, exhibido en audios y ahora señalado por recurrir a los golpes en lugar del debate.
La “marcha” de Alito terminó por exhibir lo que todos saben: el PRI de hoy ya no es ni la sombra de lo que fue. Y su dirigente, lejos de fortalecerlo, lo hunde aún más en el descrédito.