Ponen a Estrada entre la espada y la pared

JESÚS ESTRADA FERREIRO. A juicio.

Jesús estrada Ferreiro se ha distinguido por sus dichos, por sus puntadas y por ese valerle un comino lo que de ello diga la gente. Si le preguntan por los baches responde que les saquen la vuelta y ya. Si lo cuestionan sobre la violencia contra la mujeres, contesta que ellas mismas propician las agresiones porque no atienden consejos. Y luego contrapregunta “¿De qué se trata pues?”.

Pues se trata de que es un hombre público y debe cuidar lo que dice, no porque se le tenga que restringir su libertad para expresarse porque es un gobernante, sino porque debido a su posición, lo que dice suele tener un efecto mayor en el receptor del mensaje.

En el fondo de esta peculiar personalidad del alcalde de Culiacán está su carácter; nunca, como decimos coloquialmente “ha tenido pelos en la lengua” y dice lo que cree que tiene qué decir aunque esté equivocado.

Pero estos son sus dichos, que han estado quedando para la picaresca culichi. A tal grado, que algunas jóvenes hasta tuvieron la ocurrencia de hacer camisetas y playeras con los dichos de Estrada porque son muy vendibles debido, dicen, a que el alcalde es una celebridad.

El problema de Estrada no son sus dichos sino sus hechos, y son los que ahora lo tienen casi sentado en un banquillo frente a un Congreso del Estado —y en particular frente a sus propios compañeros de partido— que están atendiendo varias solicitudes de juicio político por presuntas violaciones a los derechos humanos y constitucionales.

Conocedor sin duda de las implicaciones que esto puede tener, el alcalde de Culiacán ha tratado en los últimos días de detener el juicio político que se le prepara, pero esto es como meter el freno cuando el coche ya tocó las vías del tren.

Estrada cometió un error gravísimo, y este es que se peleó con dos de los tres hombres más poderosos —políticamente hablando—, el gobernador Rubén Rocha Moya y el líder del Congreso, Feliciano Castro Meléndrez. Con los dos trae un pleito mediático desde hace meses y parece que no le importaban mucho sus consecuencias hasta que se dio cuenta que había llegado demasiado lejos. Fue un error de cálculo. Con el Congreso las andanadas verbales de Estrada venían desde la anterior legislatura por diversos temas, generando una ríspida relación entre la comuna y el congreso y particularmente entre él y la entonces líder, Graciela Domínguez.

Cuando el Congreso aprueba reformas para dispensar del pago del agua potable a jubilados y pensionados, Estrada estalló y dijo, incluso en un acto público donde estaba el gobernador, que no acataría la Ley. El pleito escaló y cuando avanzó la iniciativa para que fuera sometido a juicio político por violaciones a los derechos humanos —por negarse a pagar indemnizaciones a viudas de policías— y constitucionales, acusó al propio gobernador y a Castro Meléndrez de estar orquestando todo. Al líder del Congreso, incluso, lo acusó de “terrorista”, al provocar enconos en la población que pudieran ocasionar agresiones físicas hacia él y su familia.

Pero Estrada parecía un caballo desbocado. Hace semanas dijo a Los Noticieristas que Rubén Rocha no había ganado la gubernatura limpiamente. No dijo más, solo eso, pero ameritó la respuesta de Rocha en una conferencia semanera, donde lo retó a que si sabía de algo sucio durante la campaña que lo dijera.

Ahora el alcalde de Culiacán está en manos de ellos y, sobre todo, del gobernador Rocha porque al final de cuentas él va a decidir qué hace y qué no hace el Congreso con Estrada. Es obligación del gobernador decir que él no manda en el Congreso —como lo dijo ya—, que es un poder autónomo y él respeta esa autonomía. Pero si algo no ha cambiado en el país y en Sinaloa con el arribo de Morena al poder, es que los que detentan el poder Ejecutivo mandan —hasta donde pueden— sobre el Legislativo. A nivel nacional el presidente López Obrador empieza a toparse con pared en la Cámara de Diputados, pero en Sinaloa Rubén Rocha tiene todos los hilos de los poderes en sus manos. Y se haga lo que se haga con el alcalde, será decisión de él.