Los 150 embajadores y cónsules de México ganan más que el presidente López Obrador: sus sueldos rebasan los 300 mil pesos al mes. Con la anuencia del secretario Marcelo Ebrard, el erario federal también les paga bonos, seguros, renta de casas y departamentos de lujo, vehículos, comida, viajes, colegiaturas de sus hijos, vacaciones y aguinaldo, pese a que muchos son contrarios a la 4T
En la llamada austeridad republicana de la 4T, los alrededor de 150 embajadores y cónsules repartidos por todo el mundo, mantienen las mismas canonjías que había en gobiernos priístas y panistas, en donde los salarios rebasan los 300 mil pesos mensuales. A esto hay que sumarle prestaciones y bonos; seguros de gastos médicos mayores, de vida y de riesgo de trabajo; renta de departamentos en lujosos edificios o casas; compra de vehículos último modelo; gasto de comidas en costosos restaurantes; viajes en primera clase por todo el mundo; pago de colegiaturas en escuelas privadas para sus hijos; 30 días de vacaciones pagadas con toda la familia, más boletos de avión; aguinaldo y, cuando regresan al país, se les beneficia con exención de impuestos aduanales (la fayuca pues).
El secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón, consiente a sus diplomáticos sobre la orden presidencial de evitar despilfarros y dispendios en todos los órdenes de gobierno, pues mientras embajadores y cónsules reciben salarios de entre 157 mil y 330 mil pesos mensuales, Andrés Manuel López Obrador dispuso reducir el sueldo de los altos mandos de la burocracia –incluido el del presidente de la República– en 50 por ciento. Además, la Constitución establece que ningún servidor público puede ganar más que el primer mandatario.
Para entender la desproporción salarial en la que vive nuestra diplomacia, podemos afirmar que todos los embajadores y cónsules de México, sin excepción, ganan más que el presidente de la República y hasta que el mismo secretario de Relaciones Exteriores, quien es su jefe inmediato.
Mientras que López Obrador recibe un salario neto mensual de 116 mil 159 pesos y el secretario de Relaciones Exteriores de 110 mil 877 pesos, los embajadores que más ganan y que nos representan en Japón, Suiza y Noruega, por ejemplo, reciben ingresos mensuales superiores a los 300 mil pesos; es decir, más de 200 por ciento con relación a lo que gana el jefe de la Nación.
Ello contrasta con las medidas de austeridad, que incluyen la desaparición de subsecretarías y oficinas de gobierno innecesarias; reducción de la plantilla laboral del gobierno federal; cancelación de onerosos seguros y gastos de representación; extinción de 109 fideicomisos públicos; los gastos de la Presidencia se eliminaron en un 80 por ciento; se dejó de asignar recursos a líderes de organizaciones campesinas y obreras controladas por partidos políticos, y se anularon subsidios a organizaciones civiles y no gubernamentales, entre otros ahorros.
Por lo tanto, las secretarías de Hacienda, de la Función Pública y de Relaciones Exteriores deben responder a la población por el oneroso gasto que se paga con dinero de todos los mexicanos a los diplomáticos que viven en el extranjero con grandes lujos, como si representaran a un país en donde no existe la pobreza.
Es público que Marcelo Ebrard es el supersecretario consentido en Palacio Nacional, porque lo mismo negocia y firma tratados comerciales que compra medicamentos para la pandemia y hasta es el traductor oficial, pero a dos años de ocupar el cargo mantiene a la misma burocracia gastalona, representada por 150 embajadores y cónsules que no se preocupan por la crisis económica que enfrenta el país y en donde la mayoría de ellos “odia a la 4T”.
Sin duda esos diplomáticos que representan a México en el extranjero trabajan duro y tienen un buen desempeño, además son funcionarios honorables –bueno, casi todos–, pero acorde con las nuevas políticas públicas, la austeridad también debe incluirlos y dejar de ser una élite dorada que representa a un país de pobres.
Pero como la mayoría de estos diplomáticos no va a estar dispuesta a que le reduzcan sus ingresos, ni que los mexicanos dejemos de pagar su vida de lujos, el titular de la SRE debe ir buscando sustitutos para aquellos embajadores y cónsules que no estén dispuestos a plegarse a la política de austeridad convocada por el presidente de la República.