MACHETAZO A CABALLO DE ESPADAS

“El petróleo es nuestro” frase demagógica que desde el siglo pasado se nos vendió para fomentar el concepto de soberanía nacional y de la opción que por décadas nos cantaron como palanca de un desarrollo que nunca llegó y que hoy presenciamos se evapora definitivamente ante los bajos precios del crudo y la reforma energética de Peña Nieto.

Desde la expropiación en 1938 por Lázaro Cárdenas. PEMEX ha incumplido con el objetivo de su estatización: ser la punta de lanza del desarrollo del país y que sus beneficios lleguen a todos. Nunca se tuvo la visión, ni la intención, de desarrollar una planta productiva secundaria pública y privada del petróleo capaz de dinamizar la economía del país.

Por el contrario, una gran contradicción, de esas que solo se dan en nuestro hermoso país: se sobre explotó el “oro negro” mientras que importábamos gasolina cara. El estado mexicano en 70 años solo construyó 6 refinerías, contra las 18 de Venezuela y las casi 700 de Estados Unidos.

Asimismo, la paraestatal fungió como la financiera del sector público para pago del gasto corriente de la burocracia, esa que a la fecha ha sido incapaz de generar las condiciones de bienestar a los mexicanos; como caja chica para las campañas políticas y para financiar lujos a corruptos líderes sindicales coludidos con la no menos corrupta alta burocracia, en la asignación de contratos y compras a sobre precio.

Nunca se pensó en una política de largo plazo que permitiera que el petróleo actuara realmente para financiar el desarrollo de nuestro país.

No se tuvo la visión de un estadista para que a través de la inversión en el sistema educativo se accediera a formar profesionistas capaces de transformar no solo el hidrocarburo, sino toda la riqueza de nuestro subsuelo y no únicamente ser un país exportador de la materia prima, sino de productos ya transformados con los beneficios económicos que esto conlleva.

México sigue y seguirá siendo un pobre país maquilador de sus propias materias y haciendo rico al que las transforma, que es la industria extranjera. Un rico país de obreros explotado por países pobres de profesionistas… lamentable.

Hoy, al asistir al inminente funeral de PEMEX resultado de la Reforma energética de Peña, sepultamos también la esperanza de un futuro mejor que durante lustros nos vendieron con el eslogan de “El petróleo es nuestro”.

Sin los ingresos petroleros se abre la interrogante ¿De dónde saldrán los recursos necesarios para mantener a las instituciones?

A esperar la respuesta en el próxima miscelánea fiscal, que no reforma integral para captar más pesos, y le adelanto que ante la falta de imaginación de nuestros gobernantes, el dinero para tapar el boquete que deja el crudo mexicano saldrá… de sus bolsillos vía nuevos impuestos…

Hoy el gasolinazo más elevado en los últimos 3 sexenios eminentemente recaudatorio es una muestra pequeña de ello, por lo que la pregunta se vuelve obligada: ¿De quién realmente fue el petróleo?